miércoles, 2 de abril de 2008

Burbujas


Desde hace mucho tiempo que me he sentido fascinada por el budismo. El protocolo de iluminación que caracteriza a los budistas es la meditación. Es interesante percibir que en alguna de sus vertientes, como el zen, la meditación adquiere un papel relevante: ¿Quieres iluminarte? Pues ve y siéntate.

Su método es riguroso. Su disciplina inquebrantable.



Le llaman
zazen, "meditar sentado": "Esta meditación consiste en sentarse sobre un cojín con las piernas cruzadas, idealmente en postura de loto, vuelto hacia la pared, las manos formando el mudra cósmico, la espalda recta, los ojos entrecerrados, el mentón recogido sin inclinar la cabeza hacia adelante, respiración abdominal y concentrándose en al "hara", dos o tres dedos mas abajo del ombligo. Dejando pasar toda la producción mental, sin rechazarla pero tampoco quedándose pegado en ella. El cuerpo quieto y la mente se va sosegando hasta el punto en que ambos caen. Encontramos nuestra esencia que es la misma que la de todas las cosas y todos los seres."

Es un extraordinario método para despertar. Para "hackear" lo que percibimos como real. Otra cápsula roja, si hacemos uso del imaginario de "The Matrix".

Las Llaves Ishaya también lo son. De hecho, ambos sistemas son perfectos. Ambos eficaces. Dos trayectos diferentes a la cima del monte Fuji.

Sin embargo, para un occidental, que de partida nace en una sociedad con sillas con respaldo, puede resultarle difícil practicar zazen. Muchas veces llevé a amigos a meditar a centros zen, pero el 90% de ellos sólo me comentaron del dolor de espalda que sufrieron, del cómo les picó la nariz durante toda la meditación o que sus piernas quedaron sin circulación sanguínea. No es un detalle menor.

Reconozco que antes creía que la posición era fundamental a la hora de dirigir la atención a nuestro interior. Como mínimo piernas cruzadas, mudra perfecto y espalda recta. Ahora pienso distinto. Ahora creo que lo importante es entrar. Después ustedes podrán elegir qué recursos pueden optimizar sus prácticas. Lo esencial es entrar.

La estructura del protocolo Ishaya hace que las postura pase a un segundo plano. Algo tan superficial y aparentemente sin importancia como esto, permite que cualquiera pueda ir a "su mundo interno". Un enfermo postrado en una cama. Alguien de mucha edad. Alguien demasiado cansado. Basta estar sentado o recostado. O en la más perfecta posición del Loto. Da igual.

Algunos practicantes Ishaya son enfáticos en declarar que las Llaves no son "meditación". Para mi zazen y Ascensión son dos métodos de Iluminación con estructuras diferentes, pero que consiguen el mismo fin: Iluminarnos. Obviamente Ascender tiene una metodología distinta. Pero también lo tienen las diversas formas de meditar: con visualizaciones, con mantras, sólo enfocados en la respiración, con mudras o sin, etc. Lo importante, en mi opinión, es practicarlas. Y ser perseverantes en el camino que elijamos.

Otra cosa sorprendente es la profundidad del viaje interior que se logra con las Técnicas Ishaya. Recuerdo que cuando Anugya me enseñó a ascender, lo primero que noté fue que podía llegar a estados "meditativos" muy rápidamente. Me resultaba incomprensible que unas frases tan sencillas pudieran llevarme a estados tan profundos y a la vez, tan claros y luminosos. Y recostada cómodamente en un sofá.

Durante mucho tiempo se pensó que para llegar a la iluminación había que ser una muy buena persona y de gran corazón. El problema era que sólo te entregaban la teoría. Entonces las personas funcionaban con un manual con reglas. Para algunos pocos funcionó, pero para otros, vivir en constante negación de sí mismos, tratando de ser un modelo de virtud y poniéndolo en práctica desde la razón, era un método desquiciador.

Las Enseñanzas Ishayas proponen algo distinto. Tratar de disolver un surco, por ejemplo, un prejuicio de orden racista con "intelectualizaciones" es lento, porque los surcos conllevan una emoción adosada. Es necesaria una forma de "planchar" las arrugas dejadas por alguna vivencia o alguna creencia impuesta. La respuesta es Ascender. Al hacerlo, el surco comienza a disolverse. Hay un poderoso efecto resiliente en la práctica. Y en la medida que todas esas marcas comienzan a diluirse, ya no hay razones por las cuales se siga sosteniendo el prejuicio. Por tanto la distorsión que tal surco provocaba, desaparece.

Es muy frecuente que quienes ascienden reporten la aparición de recuerdos o vivencias de su niñez, las cuales aparecen de "la nada". Experiencias prácticamente olvidadas que surgen, o más bien reaparecen, en la conciencia del practicante. Como burbujas atrapadas. De pronto, emergen. Y se esfuman.





Las personas a través de este proceso de eliminación de estrés fosilizado, se van haciendo más libres, pues sus actos ya no son automáticos: al haberse incrementado la conciencia, se ve con más claridad. Con mayor luz.

Creo que no son las cosas lo importante, sino que el significado que le damos a las cosas, el cual siempre va de la mano con una emoción; así que al cambiar esta significación emocional, al verlas con inocencia, desde una perspectiva más integral y elevada, nuestras conductas dejan de instalarse desde la rabia, la pena o la culpa.

La percepción de la vida ya no se ve con la distorsión provocada por el surco. Y se empieza a vivir en el aquí y el ahora.

Desde la Alabanza, la Gratitud, el Amor y la Compasión.
Que privilegio.