jueves, 29 de mayo de 2008

Octava Llave: Paz

Esta Llave debe practicarse sólo con los ojos cerrados.

Llaves Clásicas:

OM NAMAH PAZ SIN FIN

Llaves Reformadas

OM NAMAH ISHAM ISHANI PAZ SIN FIN
Punto de Enfoque: Se repite de a tríos. La primera vez se enfoca en el cuerpo (corazón), la segunda en el horizonte y la tercera, en el Universo.





Namah: Palabra sánskrita usada como saludo. Denota reverencia. Connota la negación de la propia identidad impermanente.


Si se le pregunta a un grupo de personas la definición de paz, algunos harán alusión a la ausencia de guerras, otros en tener la conciencia tranquila o a una utopía.





En sánscrito hay al menos dos "paz". Una paz política, "
ayuddha" y otra que es la paz mental, "zaanti" (o shanti). La paz que da título a esta Llave se conecta con la otra cara de ambas acepciones, un concepto muy importante de entender: "ahimsa" o "no violencia".

Para muchos es una "regla de conducta" en la que se renuncia a ejercer daño o muerte a otro ser vivo. Sin embargo,
ahimsa más bien es un estado mental: "...mi prójimo soy yo mismo, por tanto no puedo ejercer violencia ni daño sin estar haciéndomelo a mi mismo".

No se trata de reprimir la rabia o ser tolerante. No tiene que ver con una "conducta determinada", sino que con un "nivel de conciencia". Quien habita en
ahimsa ve a la creación entera en su verdadera naturaleza y reconoce su identidad con ésta.

Aquellos que son padres o madres, traten de imaginar "algo" que alguno de sus hijos a la edad de dos o tres años hubiese tenido que hacer para que ustedes se pusiesen furiosos y agresivos con él o con ella...






Imagino la respuesta unánime: ¡nada! ¿Quién podría "ofenderse" o "enojarse" con un bebé? Pues
ahimsa a ultranza es mirar a los demás como miras a un bebé o un niño: con esa misma misericordia y compasión.

La compasión es el fundamento de la "no violencia". La compasión nos hace experimentar a los demás y al mundo en identidad. La compasión surge cuando somos conscientes de que todo es Uno.

En
ahimsa, el eco de un insulto ya no hace explotar al ego encendido mientras el cerebro primitivo se apodera de la conducta. Ya no se aprieta el cuerpo. Ya no se anuda la garganta. Todo eso era un espejismo. Y es que tienes una nueva percepción de ti mismo: no hay límites entre tú y el Universo. Este reconocimiento del infinito es el modo más característico que adquiere la relación de un estudiante respecto del Ascendente, Brahman o Absoluto.

El prójimo adquiere para ti una visión más global: lo ves en su dimensión humana animal mamífera, como un ser influenciado por emociones, pulsiones y deseos. Recuerdas dónde estabas hace veinte o diez años. Recuerdas quién eras, tus inconsecuencias, tus ausencias y caídas. Entonces bajas cualquier dedo acusador. ¡Y de pasada surge el deseo incontenible de aliviar su sufrimiento y de compartir tu experiencia de iluminación sea cual sea!

Pero también ves a tu prójimo como una manifestación divina, como una de las tantas formas que propicia el Ascendente. En cada par de ojos distingues sin lugar a dudas, al Absoluto mirando a través de ellos. Y esa
gnosis basta para una renuncia espontánea a la condición de hostilidad.




Tus manos y tu ser entero se convierten en instrumentos de paz.





Es un proceso gradual que se lleva a cabo día a día, que implica tener los ojos interiores anclados a la conciencia.




Y desde esa Paz, desde esa identidad , la energía creadora estará a tu disposición para que le des forma a tus deseos, a tu personal estilo de diseñar y crear tu experiencia de vida...

Pide y te será concedido.





Así, con esta Llave, en que el individuo reconoce su identidad con el Universo y el Ascendente, se cierra esta esfera conocida como "Esfera del Universo"